Las Palomitas Blancas o Comerciantes de la estación y el Fortín Ferroviario.

Siempre hay historias que van anexas, como verdaderos ramales, a la del ferrocarril chileno. En este caso hay dos cosas que en San Fernando, son todavía recordadas por los ferroviarios y pasajeros: las palomitas blancas y el fortín ferroviario.

Las palomitas blancas o Comerciantes de la Estación[1].

Cuando los viajeros pasaban de la sala de espera al andén o descendían de los coches, se encontraban con los puestos en el andén 2, donde señoras ofrecían sus productos.

Los pescados fritos, las empanadas, los pasteles, frutas e incluso patas de vacuno, abundaban en cada una de las instalaciones de las palomitas blancas, como las llamaban cariñosamente los ferroviarios.

Para poder trabajar en la estación, las comerciantes debían cancelar un permiso a ferrocarriles, de carácter anual, de esta forma ellas tenían la posibilidad de ofertar sus productos.

Dentro de las personas que se catalogaban como Comerciantes de la estación, se encontraban: la Sra. Anita Torrealba[2], la Sra. María Huerta, la Sra. Anita Lizana[3], la Sra. Emilia, entre otras personas que cumplían la misma labor.


Fig. : Andén n° 2 de la Estación San Fernando. Foto Juan Cornejo A., año 2006.

En las conversaciones que se tuvo con la Sra. Anita Torrealba, comentaba que era un trabajo esforzado, donde tenía que arrastrar un pesado carretón en el cual llevaba la mercancía como también los tableros en que colocaba sus productos a vender.

Una anécdota que se venía a su mente era que había algunas personas que no pagaban lo que consumían, así se recordaba de un cargador externo y el que tenía un defecto físico en el ojo – era tuerto– quien le pedía fiado y después no cancelaba la deuda.

También se acordaba de la mascota que tenía su hija menor (quien siempre la acompañaba e incluso aliñaba en algunas veces las famosas patitas de vacuno) mordía y arrastraba de los pantalones a los que se iban sin retribuir los productos comprados.

Hasta el día de hoy existen algunas personas que cumplen esta labor, por ejemplo: en la estación González Bastías del ramal Talca – Constitución como también en la Estación de Curicó.

El Fortín Ferroviario.

En la ciudad de San Fernando, cercano a la estación de ferrocarriles, por la calle Quecheregüas, se encontraba un lugar que los trabajadores lo utilizaban como espacio de diversión, este era el fortín ferroviario.

Muchas historias quedaron plasmadas en el extinto recinto, sin embargo, el Fortín Ferroviario, contaba con cancha de básquetbol, salón de actos, biblioteca y un espacio para el box, el yudo y el atletismo e incluso era ocupado para la fiesta del riel.

En este espacio, según recuerdos de familiares del Señor Nolberto Torrealba[4], él practicó boxeo e incluso ganó la mayoría de las peleas. Participó en el campeonato nacional de boxeo. En el ambiente ferroviario fue muy conocido, ya que los trabajadores de ferrocarriles, asistían cuando se realizaban los combates.

Figs.: Nolberto Torrealba en el fortín ferroviario, foto y gentileza Nolberto Torrealba.

También, se realizaban algunos actos cuando se celebraba la fiesta del riel, tales como los disfraces, actividades deportivas, entre otras cosas.

Actualmente este edificio no existe, no obstante, sigue presente en la memoria de cada una de las personas que participó en actividades ya sea activamente o como espectador.

Fig.: Fiesta de Disfraces de la Santiago Watt en el fortín ferroviario, foto de Sergio Lara, gentileza Sra. Flora Molina Murillo.



[1] Éste era el nombre como se denominaban las personas que vendían sus productos en la estación de ferrocarriles de San Fernando.

[2] Familiar de los autores de la página web

[3] Era conocida por el apellido que correspondía a su esposo.

[4]  Hermano de la esposa y madre de los autores de la obra.